Monday 14 April 2008

La huída

No sabía que decir, no supo contestar a las preguntas de su padre, así que, sin decir palabra, Eria salió de su cuarto bien entrada la noche y, usando la puerta por la que normalmente los criados sacaban la basura de la semana, y se alejó de la mansión en la que había vivido durante diecisiete años. No derramó ninguna lágrima, no miró hacia atrás... A cualquiera le podría parecer una persona fría. En cierto modo lo era.
Sentía que su pulso se aceleraba cada vez más, a cada nuevo paso que daba, como si su corazón quisiese salir de su pecho en busca de una nueva vida... Y era eso exáctamente lo que buscaba. Alejarse de una vida rutinaria de heredera rica, y vivir como cualquiera de los pueblerinos que tenían que trabajar duro para ganarse la vida. Eso era lo que ella quería.

Pero sabía que tarde o temprano la encontrarían. Su padre había concertado con el Duque de Einsberg, que Eria se casaría con su hijo cuando cumpliese la mayoría de edad, y eso hacía que el corazóin de Eira pidiese un suspiro... Pues Si se casaba, tendría que ser por amor.... Aunque la joven no sabía lo que la palabra significaba.


Eria corrió y corrió por el bosque, sin un rumbo fijo. Un estruendo en el aire la asustó por unos segundo, haciendo que se parase en seco. Seguidamente, empezó a llover... Una tormenta estaba estallando en ese preciso momento, después de dos meses de inteso sol. "¿Querrá decir algo?" Se preguntó timidamente Eira.

No supo qué contestar y, durante segundos, se quedó confundida.

Quizás no era ese momento para huír de los problemas...

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