Wednesday 8 October 2014

Pandora

La luna iluminaba tu cara como si de una brillante perla se tratase. Tu sonrisa destacaba en aquella noche cálida. Tus ojos, fijos en los míos, destapaban la verdad absoluta que deseaba mi corazón desenterrar de lo más profundo de tu alma, para sacarla a la luz. Pero justo antes de abrir a Pandora, tus lágrimas dejaron que el candado que tus labios habían llevado durante tantos años, siguiera intacto. Sentí rabia, no te voy a engañar. No pude sino abrazarte y dejar que tus penas descansasen en las fibras de mi jersey azul, ese que tanto te gustaba cuando me lo compré.
Quería que dijeses la verdad, que me contases ese secreto que necesitaba saber. Que expulsases esos demonios que te quemaban por dentro impidiendo que tu magia fuese liberada. Pero eres mi amiga y entiendo que para todo hay un momento, y aunque aquella luna prometía no descubrir nuestro encuentro, no reproducir tus palabras y guardarnos el secreto, no dije nada. Te abracé, y dejé que ese mal que te consumía se liberase poco a poco. Ya habría tiempo para que lo dejases marchar.

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